narrativa y diseño digital
Todo diseño comunica, y esa comunicación siempre lleva implícita una narrativa. Ya sea sutil o explícita, toda imagen genera una historia en la mente del espectador. La clave del buen diseño no está solo en la estética, sino en cómo guía la percepción hacia una narrativa alineada con la intención del creador. Cada trazo, forma y color contribuye a construir esa microhistoria visual que transforma el diseño en un acto de comunicación eficaz.
Ejemplos como los carteles de Saul Bass o los logotipos de NASA y Amazon ilustran cómo el diseño puede condensar conceptos complejos en recursos gráficos aparentemente simples. Desde la lucha interna de un personaje simbolizada en una línea quebrada, hasta un logotipo que transmite envío, amplitud de catálogo y felicidad en un solo gesto, estas narrativas visuales fortalecen el mensaje de la imagen.
Esta perspectiva también se extiende al diseño digital, donde aplicaciones como Airbnb o Duolingo construyen relatos que van más allá de su función práctica: generan identidad, pertenencia y emociones. Autores como Jeff Howard o Ross Berger abordan precisamente cómo el diseño narrativo en entornos interactivos potencia la experiencia del usuario, transformando el producto en historia vivida.
En definitiva, todo diseño tiene una narrativa. La diferencia está en si somos conscientes de ella y la utilizamos a nuestro favor. Cuanto más intencionada sea esta narrativa, más impacto y coherencia tendrá nuestra comunicación visual. Porque diseñar no es solo componer formas: es contar con imágenes.