Tiempo para dibujar I
Dibujar una escultura a través de planos tonales permite entender la forma más allá del contorno, descomponiendo volúmenes en masas de luz y sombra. Este enfoque obliga a observar con atención la estructura interna, a percibir cómo la superficie responde a la dirección de la luz y a resolver los detalles complejos desde una síntesis visual controlada.
El proceso comienza con un encaje estructural preciso, donde la proporción y la orientación son claves para mantener la coherencia del conjunto. A partir de ahí, los planos se definen con una escala tonal progresiva, del blanco al negro, utilizando la densidad de línea como herramienta para crear profundidad. El contraste entre zonas bien delimitadas y aquellas sugeridas sutilmente otorga al dibujo un equilibrio entre fuerza gráfica y sugerencia escultórica.
El pelo, los pliegues o los relieves ornamentales no se abordan desde el detalle ilustrativo, sino como volúmenes simplificados que responden al plano general. Este tipo de análisis agudiza la capacidad de síntesis, mejora el control del trazo y favorece una comprensión espacial más afinada de las formas tridimensionales proyectadas al plano
Acabado del estudio.